OFFRINI - AFP
GINEBRA.- Las expectativas de un gran avance en la cumbre que celebran este miércoles el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su par ruso, Vladimir Putin, son escasas, ya que los lazos entre Washington y Moscú están en su punto más tenso en años.
Pero ambos dicen que esperan que la reunión de Ginebra, su primer encuentro en persona desde que Biden llegó a la Casa Blanca, pueda conducir a relaciones estables y predecibles entre ambos países, aunque sigan estando en desacuerdo en multitud de frentes, desde Ucrania hasta Siria.
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Entre los desacuerdos, hay algunos temas en los que podrían hacer un modesto progreso.
Los ataques de “ransomware” por parte de delincuentes supuestamente vinculados a Rusia, que han tenido como objetivo en dos ocasiones infraestructuras críticas estadounidenses, son uno de los principales motivos de preocupación de Washington. El FBI no reveló ninguna prueba que demuestre la implicación del gobierno ruso en los ataques contra el oleoducto estadounidense Colonial Pipeline Co y el envasador de carne JBS SA de Brasil, y Putin dice que la idea de que Rusia sea responsable es absurda.
Estados Unidos considera al Kremlin como responsable de una serie de ataques contra agencias del gobierno
Pero Biden tiene la intención de sacar el tema en la cumbre y sugirió que quiere que las autoridades rusas tomen medidas contra los ciberdelincuentes. Putin dijo que Moscú estaría dispuesta a entregar a los sospechosos si se llega a un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Es probable que Biden también plantee preocupación por la posible intromisión rusa en la política estadounidense, algo que Moscú, que está impulsando un pacto de no injerencia cibernética, niega.
Biden dijo que su gobierno dará prioridad a la promoción global de los derechos humanos y la democracia y que no se privará de advertir a los países sobre su historial. Washington criticó a Moscú por el trato y el supuesto envenenamiento del opositor Alexei Navalny, afirmando que debe ser liberado. El Kremlin, que niega el envenenamiento, respondió que la política rusa es un asunto interno y que Washington debe mantenerse al margen. Afirma que no aceptará lecciones de un país al que considera que tiene muchos problemas propios en materia de derechos humanos.
Alexei Navalny, líder opositor rusoAP - Babuskinsky District Court
Las dos mayores potencias nucleares del mundo están dispuestas a hablar de control de armas para garantizar unas relaciones estables entre sus ejércitos. En febrero prorrogaron por cinco años el nuevo tratado START, que limita el número de cabezas nucleares estratégicas, misiles y bombarderos que cada uno puede desplegar. Moscú desea una prórroga más larga que incluya sistemas más nuevos. Tras la extinción en 2019 del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, Rusia también quiere llegar a un acuerdo para que ninguna de las partes despliegue determinados misiles terrestres en Europa.
Estados Unidos es el aliado más poderoso de Ucrania desde la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, una medida que deterioró las relaciones de Moscú con Occidente hasta sus peores niveles tras la Guerra Fría. Un aumento de las fuerzas rusas en Crimea y cerca de las fronteras de Ucrania a principios de este año preocupó a Washington, que quiere que Rusia devuelva Crimea a manos ucranianas y que Kiev recupere el control de una franja del este del país controlada por separatistas respaldados por Rusia.
El extenso puente de Kerch, que une Crimea con el continenteInstagram
Los líderes de la OTAN reiteraron el lunes la decisión de 2008 de que Ucrania podría unirse algún día al organismo, pero Biden dijo que Kiev tenía que erradicar la corrupción y cumplir otros criterios primero.
Putin ha dejado claro que Ucrania es una “línea roja” y que quiere que Washington se mantenga al margen. Rechaza la idea de que Ucrania forme parte de la OTAN, dijo que Crimea es rusa y comunicó a Kiev que tiene que hablar con los separatistas del este de Ucrania si quiere recuperar el territorio de alguna forma.
El status de las misiones extranjeras es un área en la que ambas partes creen que puede haber margen para el progreso. Rusia retiró en marzo a Anatoly Antonov, su embajador en Washington, después de que Biden dijera que creía que Putin era un “asesino”, mientras que John Sullivan, el embajador de Estados Unidos en Moscú, fue convocado a Washington en abril.
Un acuerdo para que ambos diplomáticos vuelvan a sus puestos enviaría una señal de que se han hecho algunos progresos. También podría haber espacio para un “miniacuerdo” sobre los visados y el personal de la embajada.
Rusia, en respuesta a las sanciones estadounidenses, impuso límites al número de personal local que puede emplear la embajada de Estados Unidos, lo que obligó a Washington a recortar sus servicios consulares. También se retiró de un acuerdo que suavizaba las restricciones a los viajes de los diplomáticos por su país de destino.
Rusia retiene al exmarine estadounidense Paul Whelan por una condena de espionaje, y a Trevor Reed, otro exmarine, por una supuesta agresión a un agente de policía. Ambos niegan haber actuado mal. Sus familias presionaron para que sean liberados antes de la cumbre. Cuando se le preguntó si consideraría un intercambio de prisioneros, Putin dijo a NBC News: “Sí, por supuesto”. El abogado ruso de Whelan sugirió previamente que Moscú estaría interesado en un acuerdo que trajera a casa al traficante de armas Viktor Bout, así como a Konstantin Yaroshenko, un piloto condenado por conspiración para introducir cocaína en Estados Unidos.
El Kremlin dijo que espera que Putin y Biden hablen de Belarús, un estrecho aliado de Moscú que se sumió en una crisis el año pasado cuando estallaron una serie de protestas masivas por lo que los manifestantes dijeron que fueron unas elecciones presidenciales amañadas. Con la ayuda de Moscú, el veterano dirigente Alexander Lukashenko capeó hasta ahora la tormenta ejerciendo una brutal represión.
10-10-2020 El presidente de Belarús, Alexander Lukashenko
El mes pasado, el aterrizaje forzoso de un avión comercial y la detención de un bloguero disidente que viajaba a bordo provocaron la indignación de Occidente.
Putin considera a Belarús como parte de la esfera de influencia de Rusia y es poco probable que ambos líderes coincidan en sus posturas.
Es probable que Biden interrogue a Putin sobre la aparente reticencia de Moscú a continuar con una operación de ayuda transfronteriza en Siria respaldada por la ONU cuyo mandato expira el próximo mes. El coordinador de Socorro de Emergencia de la ONU, Mark Lowcock, pidió el mes pasado al Consejo de Seguridad que no cortara una ayuda transfronteriza “vital” para unos 3 millones de sirios en el norte del país. Putin declaró a la emisora NBC que Rusia considera que Occidente debe distribuir cualquier ayuda que proporcionara a Siria a través del gobierno central del país, acusándolo de no hacerlo para tratar de evitar al presidente Bashar al-Assad.
La guerra en Siria ya suma diez años de destrucción
Agencia Reuters
Humeyra PamukSteve HollandAndrew Osborn
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