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La imagen quema en los ojos de las autoridades sanitarias israelíes. Apretujados como sardinas en lata, miles de judíos ultraordoxos, muchos de ellos sin mascarilla, asisten al funeral de un importante rabino en Jerusalén violando de paso buena parte de las normas y restricciones con las que Israel trata de frenar la propagación de la pandemia.
El ministro de Defensa, Benny Gantz, se quejaba en Twitter del confinamiento a dos velocidades en un país que se ha esforzado como pocos para frenar los contagios y recordaba que hay millones de familias y de niños confinados. "O nos encerramos todos o abrimos para todos", concluye.
La pandemia ha disparado la tensión entre muchos israelíes y los judíos ultraortoxos, a quienes responsabilizan de la circulación del virus. Israel ha registrado oficialmente más de 641.000 y 4.700 muertes desde el inicio de la pandemia.
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