Gracias a su personalidad y a su estilo, se hizo lugar en las orquestas más importantes del género y fue aplaudida y admirada en Japón. Además, fue una talentosa guitarrista y se lució interpretando folklore. El consejo de Mercedes Sosa y el recuerdo de Raúl Lavié
La cantante Graciela Susana, de 71 años, falleció por un paro cardiorrespiratorio, según informó la Casa del Teatro, donde residía. Nacida el 22 de enero de 1953 en Buenos Aires como Graciela Susana Ambrosio, heredó de su padre, Ricardo Ernesto Ambrosio, cantante y pianista, el amor por la música. Inició su carrera artística en un dúo de folclore junto a su hermana Cristina, que luego se convirtió en un trío con la incorporación de Hugo López. Sin embargo, fue su pasión por el tango lo que definió su trayectoria, impulsada por el consejo de la reconocida cantante Mercedes Sosa.
Graciela Susana deja una huella indeleble en el mundo de la música, tanto en su país natal como en Japón, donde fue reconocida por su contribución a la difusión del tango y la música folklórica argentina. En 1970, su carrera dio un giro significativo cuando fue invitada a actuar en El Viejo Almacén, un prestigioso local de tango en Buenos Aires, compartiendo escenario con leyendas como Aníbal Troilo y Horacio Salgán. Este evento marcó el inicio de una trayectoria que la llevaría a ser una figura destacada en el ámbito musical internacional.
Ese mismo año, Graciela Susana grabó su primer disco con el grupo de guitarras liderado por Bartolomé Palermo y un segundo con Carlos García . Su talento no pasó desapercibido en Uruguay , donde también se presentó en televisión y radio, estrenando el tango “Poema número dos (El jubilado)”. Su voz y estilo único captaron la atención del cantante japonés Yoichi Sugawara , quien le ofreció un contrato para presentarse en Japón, lo que marcó el inicio de su éxito en el país asiático.
En Japón, Graciela Susana no interpretó tangos solo, sino que también incorporó canciones japonesas a su repertorio, lo que le permitió conectarse profundamente con el público local. Su disco de baladas japonesas vendió más de un millón de copias, lo que le valió un Disco de Oro de Toshiba-EMI en 1972. Este éxito la llevó a realizar extensas giras por Japón, consolidando su fama y recibiendo múltiples premios internacionales.
Nacida en el barrio de Chacarita en Buenos Aires, Graciela Susana comenzó su carrera musical junto a su hermana Cristina, formando el dúo Las Hermanitas Ambrosio. Apadrinadas por Margarita Palacios, lograron reconocimiento en programas de televisión y giras por Argentina. Sin embargo, fue su transición a solista lo que realmente catapultó su carrera. En el Festival de Tango de La Falda en 1970, su interpretación de “Barrio de tango” y “Balada para un loco” le valió el título de Revelación del Año, según el relato de su trayectoria.
A lo largo de su carrera, Graciela Susana trabajó con destacados músicos y directores de orquesta, como Osvaldo Pugliese y Luis Stazo, y grabó más de sesenta álbumes, alcanzando veinte discos de oro en Japón. Su habilidad para tocar la guitarra y su dominio del idioma japonés fueron elementos clave en su éxito continuo en ambos países.
En 1980, la prestigiosa marca de guitarras Takamine la incluyó en su catálogo de artistas destacados, regalándole un ejemplar. Su talento también llamó la atención del cineasta Akira Kurosawa, quien le pidió que cantara en un especial de televisión en 1981. Además, en 1996, la embajada argentina en Japón le otorgó un diploma por su labor en la difusión de la música argentina durante 25 años consecutivos.
Graciela Susana fue reconocida no solo por su capacidad vocal, sino también por su habilidad para mantener vivas sus raíces culturales mientras se conecta con audiencias internacionales.
A pesar de su éxito en Japón, Graciela Susana se enfrentó a una vida personal complicada. En varias entrevistas reveló que había sufrido violencia de género desde los 16 años, cuando su abuela la obligó a casarse con un hombre mayor. Este matrimonio forzó la sumió en un ciclo de abusos físicos y emocionales. A pesar de las adversidades, la artista encontró refugio en la música, que se convirtió en su salvación frente a un calvario que la acompañó durante toda su vida. Su legado musical, especialmente su contribución a la difusión del tango en Japón, permanece como un testimonio de su talento y perseverancia.
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