La legislación fue sancionada por el Congreso el 26 de septiembre de este año, reconociendo un reclamo de años de los familiares de los fallecidos
El Gobierno nacional promulgó la ley que establece al 15 de noviembre como el Día Nacional por la Memoria de los 44 Héroes y Heroína del submarino ARA “San Juan”. La legislación fue sancionada por el Senado a finales de septiembre.
Se trata de la Ley 27.758, mediante la cual también se faculta al “Poder Ejecutivo Nacional a propiciar el desarrollo de actividades conmemorativas y de difusión relacionadas con el artículo 1º que consoliden y mantengan viva la memoria colectiva de la sociedad, reafirmando la importancia de la custodia, vigilancia y defensa de la soberanía del mar”. De hecho, esta fecha busca también reafirmar y defender los derechos soberanos sobre el Mar Argentino.
El proyecto fue presentado el año pasado en el marco del sexto aniversario de la fecha en la que se tuvo registro por última vez de la localización del submarino, el 15 de noviembre de 2017. Sin embargo, es una iniciativa que las familias de las víctimas impulsan desde hace tiempo.
La nave fue encontrada un año y dos días después por una empresa privada, muy cerca del punto de desaparición y en el lugar donde se suponía que se encontraba, a 907 m de profundidad. Estaba a unos 505 kilómetros del litoral marítimo argentino; en línea perpendicular con la costa de la localidad de Caleta Olivia, Provincia de Santa Cruz. Desde entonces, la Justicia intenta determinar si existió responsabilidad penal por parte de las autoridades que posibilitaron que el submarino y sus 44 tripulantes, zarpara del Puerto de Mar del Plata el 24 de octubre de 2017, con 46 tripulantes.
La cronología del siniestro comienza el 4 de noviembre de 2017 el ARA San Juan, cuando llegó a destino sin novedades. Una semana después, el 11 de noviembre, participó del ejercicio de ataque submarino con la Flota de Mar. El resultado fue exitoso y nada parecía indicar que la operación tendría un desenlace fatal.
Antes de comenzar la nueva etapa de su “orden de operaciones” -custodiar el Mar Argentino e informar en una planilla los buques extranjeros que ingresaban a las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva para depredar los recursos naturales- dos suboficiales, Juan Gabriel Viana y Humberto René Vilte, se bajaron por problemas personales. Por esa razón, la tripulación del ARA San Juan al momento de la tragedia era de 44 personas.
El comandante del buque Pedro Martín Fernández había solicitado, después de la navegación del mes de julio del mismo año, que se los releve de esa tarea porque un potero chino intentó embestirlos al descubrirlos. También explicó que la sofisticada máquina de guerra podía enredarse con las “artes de pesca”. La sugerencia no fue tomada en cuenta. En esa tarea estaba el martes 14 cuando comenzó la cuenta regresiva hacia su desaparición.
En un informe elevado al Congreso e incorporado al expediente se destaca que los problemas a bordo del submarino habían comenzado minutos antes del 15 de noviembre de 2017.
A la diez de la noche del martes 14, en su último mensaje de rutina, reporta que navega normalmente. A las 23:42, el jefe de operaciones del navío informa al jefe de operaciones de la fuerza de submarinos en Mar del Plata sobre un principio de incendio en el tanque de baterías 3. Fue el comienzo del final. En la siguiente comunicación, esta vez oral y ya en la madrugada del 15, comunica que la tripulación se encontraba bien.
A la 0:58, en medio de un temporal de viento y olas de hasta siete metros, el capitán de fragata Fernández detalla lo sucedido al comandante de la fuerza de submarinos, capitán de navío Claudio Villamide, quien le ordena cancelar la patrulla y poner rumbo a Mar del Plata.
Fernández, si bien no lo contradice, le responde que lo hará una vez que el submarino, que avanzaba a una velocidad de 5 nudos (9,26 kilómetros por hora), pudiera volver a sumergirse. Villamide le indica que cambie el AVISS (ruta o derrota) para facilitar el regreso directo a la base.
A las 7:19 se produce la última llamada de voz, detectada por el sistema Iridium, que se convertiría luego en una de las dos principales referencias de búsqueda del submarino. El comandante Fernández informa que estaban “cansados y que vamos a bajar a plano profundo a descansar y luego inspeccionar el tanque de baterías”. La velocidad seguía siendo de 5 nudos y el submarino se encontraba en inmersión y a plano de periscopio. Tiempo después, la Armada confirmó que en la zona de la desaparición se registró una explosión.
A casi siete años del hecho, avanza en la Justicia la causa por el siniestro para terminar de esclarecer si existieron responsabilidades políticas detrás de lo sucedido.
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