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Tramas oscuras en un asesinato por encargo

El efectivo del Comando Radioeléctrico Andrés Nicolás M. fue acusado por el Fiscal Malaponte como autor intelectual de homicidio agravado por el vínculo. El imputado reconoció que conocía a la víctima pero dijo "se equivocan de persona".

 

Nacionales | 08/01/18

 
 

"Cintia, avisale al Pitu que si no llego para las 8 llame a la Policía y que haga la denuncia porque vinieron los soldados de Martín y piensan que yo lo mandé a chocar". Este es uno de los mensajes que María del Rosario Vera le envió a la hermana de su ex pareja el día anterior a su asesinato. En otro mensaje le advierte que su ex "esté atento porque después me voy sola y tengo miedo de que me sigan y me hagan algo". La chica de 23 años había llevado a sus cuatro hijos a la casa del padre, con los documentos, los certificados de Ansés y una mochila con ropa. Le pidió que si a ella le pasaba algo, los "cuide mucho". Estaba amenazada. Esta es parte de una enrevesada trama ventilada ayer en la audiencia imputativa de Andrés Nicolás M., de 30 años, policía del Comando Radioeléctrico, que quedó imputado como instigador del homicidio calificado por el vínculo (pero no por el contexto de violencia de género, ya que el móvil estaría vinculado a la venta de drogas). La jueza Hebe Marcogliese decidió la prisión preventiva. El cadáver de María del Rosario fue hallado calcinado en un contenedor de basura el jueves pasado, a las 14.50, en Felipe Moré y Gaboto. Estaba envuelto en una alfombra roja. El imputado declaró y dijo: "Se están equivocando de persona". Sobre la autoría material del crimen, el fiscal no dio detalles pero hay un prófugo al que están buscando. "Hay datos que prefiero reservar", se excusó el fiscal Florentino Malaponte ante los periodistas que lo entrevistaron después de la audiencia.

En la puerta de los Tribunales provinciales de Rosario, la manifestación de amigas, familiares y compañeras de María del Rosario en la tarea social del Movimiento Evita era lo único que desentonaba con un domingo veraniego. "Yo sabía que a Rosario la mató la policía", fue uno de los cantos que podía escucharse. También se encontraba en el lugar Fernanda Serna, de Ademur.

Si la chica le decía Martín a su novio, era porque ‑según pudo establecer Malaponte‑ el policía no le había revelado su verdadera identidad. "Nosotros creemos que es un nombre falso", dijo el fiscal en la audiencia. Ella mostraba las fotos e incluso uno de los retratos, en pose de galán, era la portada de su muro en la red social Facebook. La teoría de Malaponte es que M. utilizaba a la joven para sus maniobras ilegales en la venta de estupefacientes, y por eso no le había revelado su nombre real. De hecho, fue gracias a las imágenes que el fiscal llegó a este efectivo del Comando Radioeléctrico.

La evidencia para imputar a M. fue expuesta por Malaponte. Contó de las comunicaciones de la propia víctima con su ex cuñada, así como las declaraciones de familiares de María del Rosario. Una sobrina dijo en Tribunales que la víctima "hacía tiempo que estaba saliendo con Martín, que trabajaría en la comisaría 19", pero no sabía nada más que fotos que ella habría colgado en Facebook, y que "andaban en cosas raras". También contó que un día, María del Rosario llegó "desesperada" a la casa de una de sus hermanas porque "Martín se había quedado con gran parte de un procedimiento" y le "pidió si se lo podía guardar". El fiscal también hizo referencia a una publicación en el muro de la víctima sobre una disputa narco en la que decía que "los Monos se van a encargar" y remataba: "Te metiste con la banda de la 19, te metiste con el diablo".

El imputado declaró largamente: primero dijo que conocía a la víctima porque él, como miembro del Comando, patrullaba la zona donde ella vivía, y una vez ella le había pedido que la ayude ante la violación de la restricción de acercamiento de la ex pareja. Negó que lo conociera por un nombre falso al decir que en el acta de procedimiento figuraba su identidad, y aseguró que le había dado su número de teléfono a la chica para que lo contactara si tenía algún problema (como aseguró hacerlo con comerciantes del barrio) y que ella le había pedido fotos diciéndole que era "muy lindo". "En esa época estaba soltero. Ella me mandaba mensajes, pero todo normal. Yo volví en noviembre con mi pareja, la condición que ella me puso es que yo cambiara el número de celular", relató el acusado, intentando desligarse del vínculo sentimental. "Mentiroso", decían por lo bajo la hermana y la sobrina de la víctima, únicas familiares que pudieron entrar a presenciar el acto procesal. Un rato después, el abogado defensor José Luis Giacometti habló de una relación "furtiva" y reiteró que no había intercambio de mensajes desde el 2 de noviembre, cuando se produjo el cambio de número del acusado.

Más tarde, las hermanas contaron que los hijos de María del Rosario decían que el hombre dormía en la casa con ellos, con el arma reglamentaria debajo de la almohada, y que era violento.

En la audiencia, M. también negó cualquier relación con el tráfico de estupefacientes y repitió que no realiza operativos por drogas. El acusado se defendió con evidencias más relacionadas a la autoría material: dijo que esa noche (del 3 al 4 de enero) había ido a buscarlo su mujer a la Jefatura, donde las cámaras podían mostrarlos y también había ido al Mc Donalds de Cura y Oroño. Malaponte retrucó que la acusación es como instigador, por lo menos hasta que estén los resultados de ADN sobre la cinta que se habría utilizado para asfixiar a María del Rosario y el líquido seminal que habría en su cuerpo. Sobre la autoría material, hay algunos testigos que relacionarían a un "transero" del barrio donde María del Rosario se había mudado recientemente, y donde apareció su cadáver. Sería temido por los propios vecinos.

"Después me voy sola y tengo miedo de que me sigan y me hagan algo", escribió la víctima por whatsapp.

 

Otro punto que M. subrayó fue que él mismo se entregó en Asuntos Internos al enterarse, por las redes sociales, de que lo estaban buscando. Malaponte fundamentó la prisión preventiva en el entorpecimiento de la investigación que podría ejercer el acusado, especialmente sobre los testigos que deberán declarar. El fiscal consideró que "no es un dato relevante" la presentación voluntaria de M. Que el cuerpo haya sido quemado como un intento de ocultar evidencia fue otro de los elementos que tomó Marcogliese para decidir la preventiva. El defensor pidió que la detención fuera en la comisaría 10ª, donde hay otros efectivos policiales detenidos, y la magistrada ‑aunque no se lo aseguró‑ tampoco se lo negó.

La trama es compleja y oscura. En las comunicaciones de María del Rosario ‑a quien le decían Cico‑ ella hablaba de un accidente que había sufrido Martín, a quien iba a cuidar. Malaponte deslizó que esa situación fue fraguada por el acusado, y el propio policía negó enfáticamente haber sufrido un accidente. Cuando María del Rosario se fue de la casa de su madre, el miércoles 3 a las 15, se había bañado para ir a visitar a su novio al sanatorio.

Por otro lado, si bien no tiene relación con este crimen, María del Rosario había denunciado al padre de sus hijos por violencia de género: el hombre estaba en prisión domiciliaria, con control electrónico por tobillera. A principios de diciembre se detectó la violación del perímetro dispuesto pero recién este fin de semana, el sábado, le revocaron el beneficio, de modo que quedó detenido con prisión preventiva.

Para las hermanas, María del Rosario las mantenía al margen de sus problemas para "no exponerlas" ‑según algunas‑ o porque "no confiaba" ‑según otras‑. "Lo único que queremos es justicia. No sabemos si fue él pero sólo queremos que si fue, pague. Que el culpable pague. Que haya justicia. Es lo único que pedimos", dijeron ayer en el hall de los Tribunales, tras la audiencia.

María del Rosario Vera tenía 23 años, era la menor de diez hermanos, y tenía 4 hijos. Colaboraba en el merendero del barrio, hacía poco que se había mudado a la casa donde vivía y sabía que corría peligro. Ante esa situación, no encontró adonde recurrir para resguardarse. Vivir en el margen es también sinónimo de indefensión.

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