Las redes se inundaron con imágenes de los manifestantes enfrentándose con las fuerzas de seguridad con armas, palos y escudos, rompiendo vidrios, sacándose selfies en las bancas, con los pies en los escritorios de los funcionarios, revolviendo el despacho de la líder demócrata Nancy Pelosi.
Más tarde se informó que una mujer resultó muerta en el episodio con un balazo en el cuello. Se encontró al menos un artefacto explosivo. Se hablaba de terrorismo, de golpe de Estado.
El jefe de la Policía Metropolitana de Washington, Robert Contee, a última hora del miércoles confirmó en conferencia de prensa que murieron otras tres personas como consecuencia de "urgencias médicas" que sufrieron en el Capitolio.
No dio más detalles sobre esas víctimas fatales y agregó que 14 policías resultaron heridos durante los incidentes, dos de ellos "graves".
El presidente Trump, que había estado proclamando el fraude y vapuleando a los legisladores por Twitter, hizo un breve llamado a la calma y convocó a la Guardia Nacional para que fuera al lugar. También al FBI como soporte.
“Por favor apoyen a la Policía del Capitolio y a las fuerzas del orden”, escribió Trump más de una hora después de que manifestantes rompieran el cordón de seguridad. “Ellos están verdaderamente del lado de nuestro país”, dijo Trump. "¡Manténganse pacíficos!”, añadió.
El mensaje fue tan tibio que más tarde el presidente fue presionado por los propios legisladores republicanos para que saliera públicamente a calmar a sus seguidores.
El líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Kevin Mc Carthy calificó al asalto como “antiestadounidense” y agregó: “Podemos disentir, pero no debemos llevar la pelea a este nivel…no se hace esto que está pasando ahora. La gente está siendo herida. Esto es inaceptable”.
El presidente electo Joe Biden, que debe asumir su cargo el 20 de enero, pidió a Trump que “cumpla con su juramento de defender la Constitución y pedir que se termine el asedio” al Congreso. “No es una protesta, es una insurrección”, bramó. “Las palabras del presidente importan”, agregó. “Nuestra democracia está bajo un ataque sin precedentes”.
Manifestantes del presidente Donald Trump entraron por la fuerza este miércoles al edificio del Congreso, en Washington. Foto AFP
El ministro de Justicia, William Barr, condenó los hechos en un comunicado: “La violencia en el Capitolio es indignante y deplorable. Las agencias federales deben moverse rápido para dispersarla”.
Bajo fuerte presión, horas más tarde, Trump subió un video en el que pidió a sus seguidores en Washington que se fueran “a casa”, pero, sin embargo, el presidente tuvo palabras de reconocimiento para ellos, a quienes les aseguró que “son muy especiales”, e insistió nuevamente con mensajes sobre el supuesto robo de las últimas elecciones. Es decir que siguió con su relato.
Varios legisladores de Estados Unidos denunciaron un intento de “golpe”, mientras se extendían los incidentes. “Una turba irrumpió en el Capitolio de Estados Unidos para revertir una elección. Un golpe en marcha”, tuiteó la representante Val Demings.
“Esto es anarquía. Es un intento de golpe. Y está ocurriendo en Estados Unidos a causa de legisladores ilícitos”, dijo por su parte el congresista Seth Moulton.
Trump jugaba su última chance real en el Congreso, que debía certificar el ineludible triunfo de Biden. Pero el vicepresidente Pence le dijo a Trump lo que no quería escuchar: ya no había chances de revertir nada. El relato acababa, la realidad se imponía.
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