Funes Ahora
Escuchá la redio online
Hotel Mercure

¿Pueden las dudas boicotear la cobertura de la vacunación?

Pese a su optimismo sobre las posibilidades de un 2021 más tranquilo que 2020, Quirós se muestra cauteloso sobre todas las incógnitas que rodean a las vacunas.

 

Locales | 12/12/20

 
 

Productos aún inconclusos de un proceso científico sin comparación en la historia por su velocidad, prácticamente todas las vacunas mostraron una fuerte seguridad y una eficacia sorprendente, mucho mayor a la de 50% exigida por los más rigurosos organismos regulatorios del mundo (sobre todo la FDA norteamericana y la EMA europea).

De todas maneras, la vacuna del Covid-19 fue desarrollada en menos de un año, mientras otras tomaron hasta décadas y los interrogantes sin respuestas son muchos.

Ellos fueron muy bien resumidos por Eric Rubin, editor del prestigioso New England Journal of Medicine, y Dan Longo, profesor de la Escuela de Medicina de Harvard, en un artículo difundido esta semana en la publicación.

"¿Surgirán inesperados temas de seguridad cuando el número de vacunados alcance los miles de millones? ¿Emergerán efectos colaterales a medida que pase el tiempo? ¿La vacuna previene la enfermedad asintomática y limita la transmisión? ¿Qué sucederá con las personas que no se pongan la segunda dosis?"

Esas preguntas rondan las cabezas de millones de habitantes de casi todos los países y dan forma a un creciente escepticismo sobre las vacunas contra el Covid-19.

De acuerdo con un sondeo de octubre de Ipsos sobre las actitudes globales ante la vacuna, un 73% de los encuestados dijo que se inocularía contra el virus; solo el 53% lo haría dentro de los tres primeros meses del proceso mientras que el 72% lo haría dentro del año. Esos números son todos inferiores a los que registraron en el mismo sondeo en agosto.

En algunas naciones, como Francia, ese nivel de desconfianza se manifiesta en casi el 50% de la población, que advierte que no se inmunizaría, una proporción que pone bajo la lupa el alcance de la vacunación y su poder para frenar la pandemia.

En la Argentina esas dudas también existen. Un sondeo del Observatorio de Psicología Social Aplicada publicado en noviembre pasado indicó que solo el 43% de los bonaerenses y porteños encuestados se aplicaría la vacuna Sputnik, mientras que un 54% se daría la de Astra Zeneca.

Como sucede en muchos otros países, en especial de la región, los especialistas adjudican esa diferencia significativa entre la voluntad de darse una u otra inyección a la politización de todo lo que tiene que ver con la pandemia, sobre todo por la intervención del presidente Vladimir Putin en la negociación con el gobierno argentino y por la falta de información sobre los ensayos de la Sputnik V.

Eso también sucede en la misma Rusia. A partir del fin de semana pasado, el gobierno se preparó para una vacunación masiva, que hasta ahora nunca ocurrió. ¿La razón? La desconfianza de los rusos en su propia vacuna.

Dispuesto a contrarrestar el efecto de esas dudas, el presidente Fernández ya anunció que será el primero en inocularse para demostrar que la vacuna no es nociva. Lo mismo hará en Israel Benjamin Netanyahu o en Estados Unidos, los expresidentes Obama, Clinton y Bush.

Sin embargo, así como no hay consenso en la ciencia sobre la mejor estrategia de vacunación, tampoco lo hay sobre algo igual de necesario y crítico que la inmunización artificial para combatir una pandemia: la comunicación pública.

En Chile, por ejemplo, un grupo de expertos desaconsejó al presidente, Sebastián Piñera, de hacer lo que hará Alberto Fernández. Temen que si el mandatario es el primero en vacunarse -en lugar de una jubilada, como en Gran Bretaña- se dispararán las acusaciones de favoritismo con la política.

Despolitizar, transparentar, precisar, todo parece decisivo a la hora de hacer que una operación de vacunación tenga éxito.

Seleccion NCG

La Nación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Descargá la APP de FM Diez

 

Desarrollado por Rodrigo Guidetti