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Corea del Norte corta las líneas de comunicación con el “enemigo” del Sur

Pyongyang retoma la confrontación con Seúl y no se descartan nuevos desaires

Internacionales | 16/06/20

Un militar surcoreano se comunica con el Norte en un puesto cerca de la frontera entre ambos países (You Sung-ho / Reuters)
 
 

Nueva etapa de tensión en la península coreana a la vista. Después de varios días de avisos y reproches, Corea del Norte anunció ayer su intención de cortar todas las líneas de comunicación con la vecina Corea del Sur, a la que calificó como de “enemigo”. Con esta decisión, Pyongyang retoma la senda de la confrontación en sus relaciones con Seúl, y no se descartan nuevos desaires -incluidos ensayos militares- en un futuro cercano.

Entre los canales de comunicación afectados se encuentran varias líneas directas, como la que une puestos militares a ambos lados de la frontera o el “teléfono rojo” que conecta directamente a los líderes de ambas naciones. Ya que ambos países siguen técnicamente en guerra, estos conductos se consideran importantes para prevenir una confrontación militar accidental derivada de alguna malinterpretación o conclusión errónea sobre las acciones de la otra parte.

Según Pyongyang, toman esta medida como represalia al lanzamiento de globos cargados de panfletos -algunos ridiculizando al dictador Kim Jong Un- y otro material propagandístico por parte de desertores norcoreanos que ahora residen en el sur. En su opinión, estos envíos violan el acuerdo alcanzado en abril de 2018 entre ambos países, en el que pactaron “cesar todos los actos hostiles”.

Por su parte, el Gobierno de Seúl ha subrayado que la libertad de expresión les impide prohibir la utilización de globos con propaganda anti norcoreana. Aun así, el Ministerio de Unificación surcoreano había instado a los activistas a detener estos envíos argumentando que ponen en riesgo a los compatriotas que residen junto a la frontera.

Pero a ojos de Pyongyang, estos argumentos no son más que “desagradables excusas”. “Nunca intercambiaremos la dignidad de nuestro líder supremo por nada, sino que la defenderemos a costa de nuestras vidas”, dijo un comunicado de su agencia estatal norcoreana KCNA.

Es cierto que los miembros de la dinastía Kim son reverenciados en el país norteño como seres semidivinos y no está permitido criticarlos so pena de recibir un severo castigo. Pero muchos analistas creen posible que el régimen esté usando estos pasquines para manufacturar una crisis con la que avanzar en sus propios objetivos, como ya hizo en 2013 echando mano de una jugada similar.

Por una lado, supone una buena distracción a nivel doméstico. Kim Jong Un no está logrando la prosperidad económica que prometió a los suyos, mientras que se especula con la posibilidad de que el coronavirus esté afectando ciertas partes del país. En este contexto, contar con un enemigo exterior ayudaría a reforzar la unidad interna en torno a su líder.

Por otro, la renovada tensión le puede servir de herramienta de negociación y dotar a la situación de una sensación de urgencia que podría empujar a su contraparte a ser más receptiva. Los norcoreanos “no quieren que el gobierno de Moon Jae In se sienta cómodo. Quieren crear una crisis a medida, una crisis controlada”, contó André Lankov, uno de los mayores especialistas en el asunto coreano, a la CNN.

Finalmente, también hay quien cree que lo que buscan es forzar a Estados Unidos a regresar a la mesa de negociación después de que las conversaciones entre ambos encallaran tras el fracaso de la cumbre de Hanoi en 2019. Sin embargo, no parece que Washington esté muy por la labor en este momento, sobre todo teniendo en cuenta los graves problemas internos que padece -coronavirus y protestas - y que están a las puertas de unas elecciones presidenciales.

La Vanguardia

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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