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Mariana Enriquez ganó el Herralde con una novela de terror sobre la dictadura

La escritora se erigió en la primera narradora argentina que obtiene el codiciado premio tras imponerse con "Nuestra parte de noche".

Nacionales | 05/11/19

 
 

La escritora Mariana Enriquez se convirtió en la primera narradora argentina que obtiene el Premio Herralde de Novela tras imponerse entre 680 originales con "Nuestra parte de noche", un texto que narra la travesía de un padre y un hijo en plena dictadura cívico militar desde un registro que fusiona el realismo con el terror gótico.

La autora, que presentó su obra al certamen bajo el seudónimo Paula Ledesma y el título "Mi estrella oscura", llamó la atención de un jurado integrado por el librero Lluís Morral, Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé.

Con una extensión de 600 páginas que desafía la concisión habitual de Enriquez, la novela narra la travesía que un hombre y su hijo realizan desde Buenos Aires hacia las cataratas del Iguazú bajo el clima ominoso y represivo de la dictadura cívico militar, un referente que se funde en una trama inquietante donde irrumpen pasadizos que esconden monstruos, seres dotados de poderes especiales y rituales con sacrificios.

Padre e hijo forman parte de la sociedad secreta la Orden, que contacta con fuerzas sobrenaturales mediante rituales en la búsqueda de la vida eterna.

Apenas conocido el fallo, Enriquez aseguró que esta novela destila sus obsesiones, después de haber escrito cuentos y no ficción: "Quería un poco más, incluso volver a una forma un poco más tradicional", aseguró la escritora.

La novela transcurre en tres momentos -los años 80, los 90 y ciertas alusiones a los 60- y en tres ciudades: Buenos Aires, Posadas y Londres.

"En una primera línea de trama es una novela sobre varias familias súper poderosas, que tienen una secta ocultista que se comunica con dioses primigenios a lo Lovecraft y que utilizan a médiums, que son gente a la que explotan vilmente. Uno de los médiums es el protagonista del libro -explicó la escritora-. En un segundo nivel trata acerca del poder como algo que parece siempre inamovible y en contacto con fuerzas oscuras. El poder de ciertas familias ricas sobre las voluntades y los cuerpos de los otros".

Nacida en 1973, Enriquez es periodista, docente y subeditora del suplemento "Radar" del diario Página/12, y en su recorrido literario se incluyen novelas, relatos de viajes y cuentos publicados en revistas internacionales como Granta, Electric Literature o The New Yorker.

Desde su primera novela, "Bajar es lo peor" (1995, reeditada por Galerna en 2013), hasta su último libro editado, "Los peligros de fumar en la cama" (2017), la escritora narra el presente desde la extrañeza cotidiana, a través de historias que se desvían de la norma para sumergirse en los escenarios trastocados que dibuja el terror.

Esa atmósfera desmarcada del realismo parece replicarse en la novela que acaba de ganar el Premio Herralde, una historia que remite a la dictadura y que conecta con la figura de la desaparición tan recurrente en sus relatos. "No quería que fueran fechas icónicas como 1978, ni 1982, en plena guerra. Elegí los noventa porque era una época difícil para ser joven", aseguró Enriquez, quien aclaró que "nunca pensó" en el género fantástico "como una evasión" para explicar los temas de la realidad, como los planteados en la historia.

La novela, que supera las 600 páginas, contiene varios de los tópicos más frecuentados por la escritora: "Es una novela muy personal. Tiene todas mis obsesiones, lo cual delata que son muchas. Venía de escribir cuentos, no ficción, y en un registro del que los lectores, y yo misma, querían más", señala la autora, a la que le costó "decidir cuáles eran las partes donde mis obsesiones resultaban un exceso y un desborde".

Enriquez también aclaró que la primera parte de la historia es "como una novela de carretera, de ir hacia adelante, pero el contexto es terrible, para los personajes y para el país", y sostuvo que es "divertida" a pesar de que "el momento en el que transcurre es trágico, pero el ritmo tiene una dinámica que permite una lectura de cierto entusiasmo, de cierta avidez".

En los últimos años la narradora ha alternado la escritura de novelas como "Este es el mar" (2017) con cuentos como el volumen "Las cosas que perdimos en el fuego" (2016) o libros de no ficción como "Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios" (2013).

Es autora también de "Cómo desaparecer completamente" (2004) y "Los peligros de fumar en la cama" (2009).

Enriquez es la primera escritora argentina en ganar el Herralde, un reconocimiento dotado con 18 mil euros, que en ediciones pasadas alcanzaron tres compatriotas: Alan Pauls (2003), Martín Kohan (2007) y Martín Caparrós (2011).

Uno de los miembros del jurado, Gonzalo Pontón Gijón, destacó que "la obra desborda las convenciones del género al que adscribe para elevarse a la categoría de novela total, abierta a grandes asuntos: la inmensidad de la relación entre un padre y un hijo, los lazos terribles del amor y de la amistad, la enfermedad como condición de vida, las máscaras del ritual, la verdad atroz de los dioses, la cara oculta de la historia y la política".

Por su parte, Juan Pablo Villalobos la calificó de "continuadora de una tradición que podríamos denominar La Gran Novela Latinoamericana, y aseguró que pertenece "a una estirpe de obras tan disímiles, pero igualmente ambiciosas y desmesuradas, como «Rayuela», «Paradiso», «Cien años de soledad» o «2666»".

La escritora Mariana Enriquez se convirtió en la primera narradora argentina que obtiene el Premio Herralde de Novela tras imponerse entre 680 originales con "Nuestra parte de noche", un texto que narra la travesía de un padre y un hijo en plena dictadura cívico militar desde un registro que fusiona el realismo con el terror gótico.

La autora, que presentó su obra al certamen bajo el seudónimo Paula Ledesma y el título "Mi estrella oscura", llamó la atención de un jurado integrado por el librero Lluís Morral, Gonzalo Pontón Gijón, Marta Sanz, Juan Pablo Villalobos y la editora Silvia Sesé.

Con una extensión de 600 páginas que desafía la concisión habitual de Enriquez, la novela narra la travesía que un hombre y su hijo realizan desde Buenos Aires hacia las cataratas del Iguazú bajo el clima ominoso y represivo de la dictadura cívico militar, un referente que se funde en una trama inquietante donde irrumpen pasadizos que esconden monstruos, seres dotados de poderes especiales y rituales con sacrificios.

Padre e hijo forman parte de la sociedad secreta la Orden, que contacta con fuerzas sobrenaturales mediante rituales en la búsqueda de la vida eterna.

Apenas conocido el fallo, Enriquez aseguró que esta novela destila sus obsesiones, después de haber escrito cuentos y no ficción: "Quería un poco más, incluso volver a una forma un poco más tradicional", aseguró la escritora.

La novela transcurre en tres momentos -los años 80, los 90 y ciertas alusiones a los 60- y en tres ciudades: Buenos Aires, Posadas y Londres.

"En una primera línea de trama es una novela sobre varias familias súper poderosas, que tienen una secta ocultista que se comunica con dioses primigenios a lo Lovecraft y que utilizan a médiums, que son gente a la que explotan vilmente. Uno de los médiums es el protagonista del libro -explicó la escritora-. En un segundo nivel trata acerca del poder como algo que parece siempre inamovible y en contacto con fuerzas oscuras. El poder de ciertas familias ricas sobre las voluntades y los cuerpos de los otros".

Nacida en 1973, Enriquez es periodista, docente y subeditora del suplemento "Radar" del diario Página/12, y en su recorrido literario se incluyen novelas, relatos de viajes y cuentos publicados en revistas internacionales como Granta, Electric Literature o The New Yorker.

Desde su primera novela, "Bajar es lo peor" (1995, reeditada por Galerna en 2013), hasta su último libro editado, "Los peligros de fumar en la cama" (2017), la escritora narra el presente desde la extrañeza cotidiana, a través de historias que se desvían de la norma para sumergirse en los escenarios trastocados que dibuja el terror.

Esa atmósfera desmarcada del realismo parece replicarse en la novela que acaba de ganar el Premio Herralde, una historia que remite a la dictadura y que conecta con la figura de la desaparición tan recurrente en sus relatos. "No quería que fueran fechas icónicas como 1978, ni 1982, en plena guerra. Elegí los noventa porque era una época difícil para ser joven", aseguró Enriquez, quien aclaró que "nunca pensó" en el género fantástico "como una evasión" para explicar los temas de la realidad, como los planteados en la historia.

La novela, que supera las 600 páginas, contiene varios de los tópicos más frecuentados por la escritora: "Es una novela muy personal. Tiene todas mis obsesiones, lo cual delata que son muchas. Venía de escribir cuentos, no ficción, y en un registro del que los lectores, y yo misma, querían más", señala la autora, a la que le costó "decidir cuáles eran las partes donde mis obsesiones resultaban un exceso y un desborde".

Enriquez también aclaró que la primera parte de la historia es "como una novela de carretera, de ir hacia adelante, pero el contexto es terrible, para los personajes y para el país", y sostuvo que es "divertida" a pesar de que "el momento en el que transcurre es trágico, pero el ritmo tiene una dinámica que permite una lectura de cierto entusiasmo, de cierta avidez".

En los últimos años la narradora ha alternado la escritura de novelas como "Este es el mar" (2017) con cuentos como el volumen "Las cosas que perdimos en el fuego" (2016) o libros de no ficción como "Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios" (2013).

Es autora también de "Cómo desaparecer completamente" (2004) y "Los peligros de fumar en la cama" (2009).

Enriquez es la primera escritora argentina en ganar el Herralde, un reconocimiento dotado con 18 mil euros, que en ediciones pasadas alcanzaron tres compatriotas: Alan Pauls (2003), Martín Kohan (2007) y Martín Caparrós (2011).

Uno de los miembros del jurado, Gonzalo Pontón Gijón, destacó que "la obra desborda las convenciones del género al que adscribe para elevarse a la categoría de novela total, abierta a grandes asuntos: la inmensidad de la relación entre un padre y un hijo, los lazos terribles del amor y de la amistad, la enfermedad como condición de vida, las máscaras del ritual, la verdad atroz de los dioses, la cara oculta de la historia y la política".

Por su parte, Juan Pablo Villalobos la calificó de "continuadora de una tradición que podríamos denominar La Gran Novela Latinoamericana, y aseguró que pertenece "a una estirpe de obras tan disímiles, pero igualmente ambiciosas y desmesuradas, como «Rayuela», «Paradiso», «Cien años de soledad» o «2666»".

La Capital

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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