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Esperó turno y mató de cinco tiros a un joven que atendía en un almacén

El asesino no se preocupó de ser visto. Fue descripto como alto, de anteojos, con pelo y barba negra. Tiró a quemarropa y se fue con el arma en la cintura.

Regionales | 13/08/18

La ventana. El atacante disparó a través de una reja. "Me mató, me muero", dijo Santiago Véliz, que atendía.
 
 

La cara de la muerte tuvo para Santiago Veliz, 21 años, formas concretas: fue la de un hombre de entre 25 y 30 años, cabello y barba negra, trigueño, con anteojos recetados, 1 metro 80 de altura, robusto, vestido con buzo gris y pantalón negro. Fue quien le disparó a bocajarro cinco tiros pasadas las 20 del sábado, en el almacén que Santiago atendía en el Fonavi de Casiano Casas. Walter, el dueño de la granja, dice no entender absolutamente nada. "Santiago hace tres años que trabaja con nosotros, es amigo de mi hijo desde chiquito y estudiaba en el Eempa para terminar la secundaria. No tenía problemas con nadie. No sé por qué pasó esto", dijo con una mirada rojiza de lágrimas.

El hecho está plagado de rasgos que a primera vista no encuentran explicación. El sábado, como todos en los últimos tres años, Santiago estaba en el almacén de Walter, padre de su amigo Federico. Santiago vivía junto a su familia en barrio Rucci y tres veces por semana iba al negocio a dar una mano. La granja está en un departamento de la planta baja del Fonavi, en Manuel García al 2000. Al comercio no se accede por una puerta y los clientes son atendidos por un ventanal.

La noche del sábado mientras Santiago atendía, su amigo Federico asaba unos pollos que venden en la granja en un patio lateral, de fácil acceso desde la vereda del Fonavi de García y pasaje 1357.

En silencio

Según Walter ese día al negocio no fue mucha gente. "Santi estaba atendiendo a Sandra, una cliente, y detrás de ella llegó este hombre, fornido y de unos 30 años. Santi le preguntó qué buscaba y éste tipo sin decirle nada y desde afuera empezó a tirar. Como cinco o seis veces disparó, es más perforó dos heladeras y el último tiro se lo dio cuando Santi estaba ya tirado en el piso. Después de tirar se fue corriendo con la pistola en la cintura por un pasillo de departamentos y se cruzó con un pariente mío. Le dijo «no vayan al almacén que se pudrió todo» y lo perdieron de vista, pero muchos lo vieron y además hay cámaras de vigilancia en un par de lugares del barrio", aseguró.

Tanta gente lo vio que el gabinete criminalístico de la Policía de Investigaciones (PDI) logró tener una idea de las características físicas del homicida. "Entre 25 y 30 años, era medio gordito y tenía pelo y barba negra, de cutis trigueño y usaba anteojos de lectura. Mas o menos uno ochenta de altura. Usaba un buzo gris y un pantalón negro y tenía una pistola negra" refirió un vecino. Los efectivos de la PDI recogieron cinco vainas servidas de balas de calibre 9 milímetros.

"Cuando escuchamos los tiros vinimos hasta el negocio, por que nosotros vivimos acá en la parte de adelante y en lo que sería el espacio para el balcón o una salita está el negocio", contó Marta, la esposa del almacenero Walter. "Lo vimos a Santiago tirado en el piso y pálido. Con mi hijo corrimos para la calle, justo vimos que pasaba una chata policial y les dijimos lo que había sucedido. No lo querían llevar a ningún lado pero lo cargamos de prepo en la chata y no les quedó otra que llevarlo al hospital, pero llegó muerto", dijo la mujer. Entre sollozos, recordó: "Lo último que dijo fue «me mató, me muero»".

El móvil trasladó al muchacho hasta el Hospital Eva Perón, pero llegó sin vida. "Tuvo dos paros" agregó Walter. En la guardia constataron que "tenía dos impactos en tetilla izquierda, uno en hombro izquierdo y un orificio de salida en costal izquierdo".

Miedo a nada

Los vecinos estaban consternados. "Era un chico muy bueno. No era de acá, vivía en el Rucci, pero estaba siempre por el barrio. Al que tiró no lo conoce nadie. Estaba a cara descubierta, no le tiene miedo a nada. Se escucharon muchos tiros y todos lo vimos. A esa hora hay mucha gente dando vueltas", sostuvo un vecino del edificio.

Una versión que manejan en el barrio es que al rato, el hijo del dueño de la granja recibió un mensaje vía Facebook que le decía que los tiros eran para él, pero no sabemos mucho", contaron. Esta versión quedó desmentida tanto por la familia como por la situación. Walter sostuvo que "no recibimos nada por Face y además si lo hubieran querido balear a mi hijo era más fácil que tirar adentro del negocio. Mi hijo estaba casi en la puerta, del lado de afuera, asando pollos".

La causa quedó en manos del fiscal de Homicidios Dolosos en turno, Florentino Malaponte. Desde fiscalía expresaron que no se descarta ninguna línea investigativa, y que no se registró falta de elementos del almacén o efectos personales de la víctima, por lo que la idea de robo quedaba en principio desvirtuada como motivación. "Se dio intervención al gabinete criminalístico de PDI para toma de testimonios, relevamiento de la escena del hecho, fotografía, croquis del lugar y secuestro de cámaras de la zona, así también cómo medidas para identificar a los responsables y dilucidar la posible motivación".

La Capital

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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