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La clasificación no arreglará todo de la noche a la mañana

El día después del agónico pasaje a octavos de final trajo algo de paz en la concentración en Bronnitsy. El nuevo escenario de cara al partido del sábado contra Francia liberó tensiones en la relación de Sampaoli con los jugadores.

Deportes | 28/06/18

 
 

Si algo provocó el triunfo del martes contra Nigeria en San Petersburgo fue desatar las ataduras que tenía este grupo de jugadores desde que llegó a Rusia y comenzó a ser protagonista de una sumatoria de episodios desafortunados. También la clasificación a octavos de final reparó la autoestima y, por encima de todo, alejó a estos futbolistas del martirio de tener que convivir toda la vida con una eliminación en la primera fase. Hubiera sido terrible asistir al final de las carreras en la selección argentina de la mayoría de estos futbolistas consagrados, incluido Lionel Messi. Era lo único que les faltaba a estos futbolistas, siempre apuntados como golpistas y deglutidores de entrenadores, terminar de darles la razón a los que piensan que ya pertenecen al archivo del seleccionado argentino.
   En ese sentido, lo más nocivo que pueden hacerse ahora Jorge Sampaoli y el grupo es mentirse jugando al solitario. Creerse que este desahogo mundialista les tapará todos los agujeros que tiene el equipo y les arreglará los frentes que se abrieron de par en par en el grupo luego de la volcánica derrota contra Croacia. Si el Zurdo y los futbolistas se dejan tapar los ojos con un antifaz difícilmente encuentren razones valederas para pisotear el pasado y tirar para adelante. Francia no es precisamente un rival al que hay que bajarle la mirada y dejar que te devore con la supuesta superioridad futbolística que hoy tiene sobre Argentina. Además, Rusia 2018 no se detiene porque la selección ya pasó de ronda. El Mundial está siendo una locomotora que te pasa por encima y aquella selección que no le engancha se queda en el camino tirada. Pregúntele a Alemania, la campeona del mundo y que para muchos era el gran candidato a seguir dominando el mapa futbolístico, ayer quedó reducida a tierra arada luego de su prematura eliminación.
   "Vieron que no era tan fácil pasar la primera ronda de un Mundial. Todos los rivales, cuando sos una potencia, te quieren ganar y eliminarte. Nosotros nos sacamos un gran peso de encima luego de la victoria contra Nigeria que nos permitió clasificar a octavos. Fíjense lo que pasó hoy (por ayer) con Alemania, uno de los candidatos al título se quedó afuera en la primera ronda", reflejó alguien ligado a la delegación argentina en Rusia y que conoce mucho de la intimidad del grupo y el cuerpo técnico. Lo que buscó instalar esta voz, que prefirió ampararse en el anonimato, fue que los periodistas entendamos que no era necesario caer en el tremendismo para informar y decir que la selección estaba jugando muy mal.
   Está claro que el nuevo escenario al que se subió la selección en el Mundial liberó tensiones en Sampaoli y en los jugadores. Hizo que las diferencias de criterios o para encarar algunas pautas de trabajo se dieran una tregua. Por ejemplo, en la práctica vespertina de ayer en una de las canchas auxiliares del predio de Bronnitsy pudo comprobarse cómo la relación entre el Zurdo y el grupo esta vez evitó los atajos de la ambigüedad. Se observaba desde lejos que no había mucho margen para la doble lectura por la manera en que el DT conversaba con Mascherano, quien 24 horas antes había escrito otra página épica de su carrera, con la cara ensangrentada como un boxeador, dejando la vida en cada cruce y emocionándose hasta el paroxismo cuando el árbitro turco Cuneyt Cakir marcó el final.
   Como nunca antes desde que la selección argentina llegó a Rusia, un ambiente de paz y tensa calma fue el paisaje que dominó el entrenamiento. Y Sampaoli transitó, como mucho tiempo no pasaba, horas de tranquilidad. Al menos, hasta que se acerque la previa del trascendental choque del sábado contra Francia, en Kazán, por uno de los octavos de final más prometedores.
   Seguir en carrera también le permitió a Sampaoli salir fortalecido y desviar el foco de atención, al menos hasta nuevo aviso, sobre la creencia que los jugadores le armaron el equipo para ganarle a Nigeria. No sólo que no es verdad eso, sino que la formación salió por consenso. Después de la tan difamada reunión de la semana pasada, el Zurdo entendió que debía abrirse mucho más al diálogo, preguntó, escuchó más las sugerencias de los más experimentados, testeó y hasta se animó a creer en un ida y vuelta con los jugadores que antes no lo tenía. Se convenció de que no sólo con ahínco estratégico podía salir indemne de todo lo que le tocó vivir en los días posteriores a perder ante Croacia. Sino que creyó firmemente que la salida más saludable, al menos por ahora, era intentar transmitir conceptos desde el estímulo anímico y empezar a crear una mística de grupo cocida puertas adentro. Sin filtraciones ni desvíos que corrompan la sagrada intimidad.
   Por eso le causó una profunda sorpresa que algunos medios viralizaran y le dieran mucha relevancia a la charla que mantuvo con Messi en pleno partido y en la que se lo ve preguntándole a Leo si podía meter a Agüero, precisamente uno de los mejores amigos del capitán. Desde el círculo cercano a Sampaoli juran que el DT no le preguntó si podía poner a Agüero. Aseguran que en ese diálogo le avisó a Messi que iba a ponerlo al Kun para sumar más voluntades en ataque y que Leo debía retrasarse algunos metros. Justamente fue el tiempo en que a los jugadores argentinos les quemaba la pelota en los pies y Messi era uno más en tirarse al piso. Si hasta recibió una tarjeta amarilla en la agonía del partido.
   De cualquier forma, el sólo hecho de ver a un técnico consultar a un jugador, así tenga la dimensión de Messi, fotografía el nivel de subordinación al que es sometido el entrenador y le da comidilla a todos los que creen que Sampaoli está atado de pies y manos a la hora de elegir el planteo del equipo. Aunque también debe valorarse el gesto que tuvo Messi con el DT cuando chocaron las manos en el festejo del gol milagroso de Marcos Rojo o en ese abrazo para la posteridad que le dio el rosarino al técnico en el vestuario.
   Fue un día para empezar a escaparle a las habladurías de ocasión y aprovechar con alivio la clasificación a octavos. Las diferencias más sustanciales entre Sampaoli y el plantel no se van a zanjar de la noche a la mañana. A lo sumo se disimularán para evitar caer en esos barquinazos emocionales que tan mal le hicieron a este grupo. Ya sean de un lado como del otro. Por encima de todo está la camiseta de la selección argentina. Tan bien defendida por los jugadores en el triunfo contra Nigeria. Justamente en el asado que compartió ayer toda la delegación que está hospedada en la concentración en Bronnitsy, el Zurdo les agradeció a todos por cómo bancaron este proyecto cuando parecía que el lodo de un volcán mediático los tapaba en pleno Mundial.

El ánimo fue muy distinto

En la práctica se vio a Pavón, Agüero y Biglia divertirse mientras Sampaoli participó unos minutos en las rondas de los futbolistas. El DT se situó en el medio y persiguió la pelota mientras los jugadores combinaban pases en velocidad.

La Capital

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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